La violenta represión del estado en contra de miles de manifestantes que salen a las calles como no ocurría desde aquellos años en que se intentaba derrocar la dictadura cívico militar (paradójicamente, periodo donde se instala el sistema actual de educación), proporciona un espacio urgente de reflexión que debiese hacerse también desde nuestro campo, el cine, en su relación con los movimientos populares y las demandas planteadas en pro de modificar un sistema educacional clasista y mezquino. Si bien es cierto que muchos actores sociales y políticos han volcado sus demandas a la calle, una fracción no menor de burócratas y snobs hacen suyos emplazamientos que en la práctica se les plantean en contradicción con sus intereses particulares y burgueses, alejando con ello una reflexión mayor en torno al rol de los educadores, la concepción de la formación y en particular en el objetivo de la formación.

En esta forma de enfrentar los graves problemas por lo que atraviesa la educación y la andanada empresarial que ha instalado en nuestro país verdaderos retails educacionales, es que se posibilita el surgimiento de movimientos como los Cine Clubes universitarios, quizá la fuerza mas importante en cuanto a cantidad dentro del movimiento cineclubista, y que generalmente es desarrollado por académicos y estudiantes que posicionan una mirada disidente contra convencionalismos de la educación tradicional en el campo del cine. Así, la posibilidad de estudiar de forma horizontal un filme, dialogar con el autor, proponer tesis por medio de ensayos y críticas o intercambiar puntos de vista sobre diversos discursos, son finalmente posibilidades de formar espectadores no necesariamente en torno a las características técnicas de un film (quizá la mirada mas reaccionaria sobre el rol de un Cine Club), sino que se transforma en un detonante que permite enfrentar el mundo con otros ojos, una mirada que alerta al espectador, apareciendo ante los ojos de todos el carácter social y el valor histórico de esta expresión, su valor documental y discursivo, a veces poco cómodo pero finalmente lo que constituye una película como tal. Así, el Cineclubismo universitario en nuestro país tiene la responsabilidad de ser un eje articulador enfocado a la amplia comunidad, cuyos objetivos si bien oscilan de acuerdo a cada agrupación, constituyen el accionar mas concreto de que la Universidad estatal debe abrirse a su entorno con urgencia, capacitar y “abrir cabezas” con el fin de democratizar y posibilitar que quienes no tengan acceso a la formación en cine –una de las carreras mas caras en nuestro país- puedan igualmente acceder a conocimiento de nivel, pero simultáneamente pluralista, popular y transversal.